Cómo el idioma influye en nuestra manera de pensar

Nuestra lengua materna forma nuestra forma de pensar

Hay alrededor de 7.000 idiomas que se hablan en todo el mundo, y todos tienen diferentes sonidos, vocabularios y estructuras. Pero, ¿le dan forma a nuestra forma de pensar?

La científica cognitiva Lera Boroditsky comparte ejemplos de lenguaje -desde una comunidad aborigen en Australia que usa direcciones cardinales en lugar de izquierda y derecha hasta las múltiples palabras para azul en ruso- que sugieren que la respuesta es un sí rotundo. «La belleza de la diversidad lingüística es que nos revela cuán ingeniosa y flexible es la mente humana», dice Boroditsky. «Las mentes humanas no han inventado un universo cognitivo, sino 7.000».

Cómo el idioma influye en nuestra manera de pensar

Transcripción del vídeo de TED

El vídeo en sí tiene subtítulos, se pueden configurar en el reproductor de YouTube. Aquí está su transcripción:

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Voy a comunicarme con Uds. a través del lenguaje… porque puedo. Es una de esas habilidades mágicas que tenemos los humanos. Podemos transmitir pensamientos complejos entre nosotros. Lo que estoy haciendo ahora es realizar sonidos con mi boca mientras exhalo. Hago tonos, siseos y soplos, y todo eso crea vibraciones aéreas en el aire. Esas vibraciones aéreas viajan hasta Uds., golpean sus tímpanos, y luego el cerebro toma esas vibraciones de sus tímpanos y las transforma en pensamientos. Eso espero.

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Espero que eso esté pasando. Gracias a esta habilidad, los humanos podemos transmitir nuestras ideas a través de grandes dimensiones de tiempo y espacio. Podemos transmitir conocimiento a través de nuestras mentes. Ahora mismo puedo poner una idea descabellada en sus mentes. Puedo decir: «Imaginen una medusa bailando un vals en una biblioteca, mientras piensa sobre la mecánica cuántica».

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Si todo ha ido relativamente bien en sus vidas hasta ahora, es posible que no hayan pensado en eso antes.

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Pero ahora los hice pensar en eso, a través de la lengua.

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Por supuesto, no existe solo una lengua en el mundo, existen cerca de 7000 lenguas habladas en todo el mundo, y todas se diferencian de distintas maneras. Algunas lenguas tienen sonidos diferentes, vocabularios diferentes y también tienen estructuras diferentes; eso es muy importante, las diferentes estructuras. Esto genera una pregunta:¿La lengua que hablamos moldea nuestra forma de pensar? Esta es una pregunta antigua. La gente ha especulado sobre esto desde siempre. Carlomagno, emperador del Sacro Imperio Romano, dijo: «Tener una segunda lengua es tener una segunda alma», una opinión contundente de que la lengua construye la realidad. Pero, por otro lado, la Julieta de Shakespeare dijo: «¿Qué hay en un nombre? Una rosa con cualquier otro nombre olería tan dulce». Esto sugiere que quizás la lengua no construye la realidad.

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Hemos discutido el asunto desde hace cientos de años; pero no fue sino hasta recientemente, que ciertos datos nos ayudaron a decidir. Hace poco, en mi laboratorio y en otros de todo el mundo, comenzamos a realizar investigaciones, y ahora tenemos datos científicos que aportar a la cuestión.

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Voy a compartir algunos de mis ejemplos favoritos. Comenzaré con el ejemplo de una comunidad aborigen de Australia con la que tuve la oportunidad de trabajar. Es la comunidad Kuuk Thaayorre. Viven en Pormpuraaw, situada en la costa oeste del Cabo York. Lo interesante sobre este pueblo es que no usan palabras como «derecha» e «izquierda», sino que para todo utilizan los puntos cardinales: norte, sur, este y oeste. Y cuando digo para todo, lo digo en serio. Se podría decir algo como: «Mira, hay una hormiga en tu pierna sudoeste». O, «Mueve tu vaso un poco al nornordeste». De hecho, para decir «Hola» en Kuuk Thaayorre dicen: «¿A qué lugar te diriges?». Y la respuesta sería: «Al nornordeste a lo lejos, ¿qué hay de ti?».

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Así que, imaginen ir caminando por ahí y a cada persona que saludan deben decirle hacia dónde se dirigen.

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Pero de este modo, te orientas muy rápido, ¿verdad? Porque no podrías ir más allá del saludo si no supieras hacia dónde te diriges. De hecho, quienes hablan estas lenguas pueden orientarse muy bien. Se orientan mejor de lo que antes se pensaba que podíamos hacerlo. Solíamos pensar que los humanos eran peores que otras criaturas debido a alguna excusa biológica como: «No tenemos imanes en el pico o en la piel». No; si la lengua y la cultura te enseñan a hacerlo, puedes hacerlo. Hay personas que pueden orientarse muy bien.

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Y, solo para llegar a un acuerdo, sobre lo diferente que es a como lo hacemos nosotros, quiero que todos cierren los ojos y señalen hacia el sudeste.

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Mantengan los ojos cerrados y señalen. Bien, pueden abrir los ojos. Veo que señalaron para todas partes… Ni siquiera yo sé hacia dónde está.

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Y Uds. no me ayudaron mucho.

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Digamos que no hubo mucha precisión en la sala. Hay una gran diferencia en la habilidad cognitiva de cada lengua, ¿verdad? Cuando en un grupo, —muy distinguido como el de Uds.— no saben bien las direcciones, pero en otro grupo, hasta un niño de 5 años las sabría.

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También existen diferencias en cómo piensan sobre el tiempo. Aquí tengo imágenes de mi abuelo a diferentes edades. Si le pido a un hablante de inglés que organice la secuencia de tiempo, podría alinearlas así, de izquierda a derecha. Esto es por la dirección de la escritura. Pero para un hablante de hebreo o árabe, la dirección sería la opuesta, de derecha a izquierda.

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Pero ¿cómo lo hacen los Kuuk Thaayorre, el grupo aborigen del cual les hablé? Ellos no usan palabras como «izquierda» y «derecha». Les daré una pista: cuando los sentamos viendo hacia el sur, organizaron el tiempo de izquierda a derecha. Cuando los sentamos viendo hacia el norte, organizaron el tiempo de derecha a izquierda.Cuando los sentamos viendo hacia el este, el tiempo corría en dirección hacia ellos. ¿Cuál es el patrón? De este a oeste, ¿verdad? Así que para ellos, el tiempo no se queda encerrado en el cuerpo, sino que está en el paisaje. Así que, si me pongo para este lado el tiempo iría hacia acá, y si me pongo así, el tiempo iría así. Si me pongo así, el tiempo va hacia aquí; es muy egocéntrico de mi parte hacer que la dirección del tiempo me siga a medida que cambio de posición. Para los Kuuk Thaayorre el tiempo está en el paisaje. Es un modo drásticamente diferente de pensar el tiempo.

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Aquí hay otro truco inteligente que tenemos los humanos. Supongan que les pregunto cuántos pingüinos hay en la imagen. Puedo saber cómo resuelven el problema, si es que lo hacen. Hacen: «un, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho». Los cuentan. Le ponen un número a cada uno, y el último número que dicen es el total de pingüinos. Este es un truco que aprendemos a hacer desde pequeños. Aprendemos los números y cómo utilizarlos. Es un truco lingüístico. Pero algunas lenguas no son así, porque no tienen palabras exactas para definir los números. Hay lenguas donde no existe una palabra como «siete» o como «ocho». Y, de hecho, los hablantes de estas lenguas no cuentan, y les dificulta controlar las cantidades exactas. Si les pido que hagan coincidir esta cantidad de pingüinos con la misma cantidad de patos, pueden hacerlo contando. Pero las personas que no tienen ese truco lingüístico no pueden hacerlo.

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Las lenguas también difieren en cómo dividen el espectro del color, el mundo visual. Algunos tienen muchas palabras para definir a los colores, otros tienen muy pocas, como «claro» y «oscuro». Y también difieren en dónde poner el límite entre los colores. Por ejemplo, en inglés, hay una palabra para el color azul que sirve para todos los colores que ven en la pantalla, pero en ruso, no hay una sola palabra. En cambio, los hablantes de ruso tienen para diferenciar entre azul claro, «goluboy», y azul oscuro, «siniy». Los rusos tienen esta vasta experiencia de, en la lengua, distinguir entre estos dos colores. Cuando evaluamos la habilidad para distinguir perceptualmente estos colores podemos ver que los hablantes de ruso son más rápidos en este límite lingüístico. Son más rápidos en notar la diferencia entre azul oscuro y azul claro. Cuando vemos el cerebro de las personas viendo colores —digamos que ponemos el color azul cambiando de claro a oscuro— los cerebros de quienes usan diferentes palabras para azul oscuro y claro mostrarán una reacción de sorpresa si el color cambia de claro a oscuro como que algo ha cambiado categóricamente, mientras que los cerebros de los hablantes de inglés, por ejemplo, que no hacen esta distinción categórica, no muestran esa sorpresa, porque nada está cambiando categóricamente.

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Las lenguas tienen diferentes peculiaridades estructurales. Esta es una de mis favoritas: muchas lenguas tienen género gramatical; a cada sustantivo se le asigna un género, por lo general, femenino o masculino, y estos géneros difieren según la lengua. Por ejemplo, el Sol es femenino en alemán, pero masculino en español, y con la Luna es al revés. ¿Puede tener esto consecuencias en cómo piensan las personas? ¿Acaso los hablantes de alemán piensan que el Sol parece más femenino, y la Luna más masculina? De hecho, es así. Si les pedimos a hablantes de alemán y de español que describan un puente como el que vemos aquí —»puente» es gramaticalmente femenino en alemán y masculino en español-— los hablantes de alemán utilizarán palabras como «hermoso», «elegante» palabras que, por lo general, se consideran femeninas; mientras que los hablantes de español usarán palabras como: «fuerte», o «largo», palabras masculinas.

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Los idiomas también difieren en el modo de describir eventos. Por ejemplo, consideremos un accidente. En inglés está bien decir: «Él rompió el jarrón». En español, se puede decir: «El jarrón se rompió», o «Se rompió solo». Si se trata de un accidente no se dice que alguien lo causó. En inglés, extrañamente, podemos decir algo como: «Yo rompí mi brazo». En muchos idiomas, no podrían usar esa construcción a menos que sean lunáticos y hayan salido esperando romperse un brazo… (Risas) y lo hayan logrado. Si fue un accidente, usarían una construcción diferente.

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Esto tiene consecuencias. Las personas que hablan diferentes idiomas les prestan atención a diferentes cosas,dependiendo de las necesidades de la lengua. Si les mostramos un mismo accidente a hablantes de inglés y de español, los hablantes de inglés van a recordar quién lo hizo, porque el inglés te exige decir: «Él lo hizo, él rompió el jarrón». En cambio, los hablantes de español no van a recordar quién lo hizo si se trató de un accidente, pero les será más fácil recordar que se trató de un accidente. Son más propensos a recordar la intención. Dos personas presencian el mismo acontecimiento, son testigos del mismo crimen, pero al final recuerdan cosas diferentes respecto a él. Esto tiene implicaciones si se trata del testimonio de testigos oculares. También tiene implicaciones al asignar culpables y castigarlos. Si pensamos en hablantes de inglés a quienes acabo de mostrar a alguien rompiendo un jarrón, y les digo: «Él rompió el jarrón» en vez de: «El jarrón se rompió», aunque puedan verlo por sí mismos, aunque puedan ver el vídeo, aunque puedan ver el crimen que se cometió contra el jarrón van a castigar más a alguien van a culpar más a alguien si dijera: «Él lo rompió», en vez de: «Se rompió». La lengua guía nuestro razonamiento de los distintos eventos.

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Les he dado algunos ejemplos de cómo la lengua puede moldear profundamente nuestro modo de pensar y lo hace de muchas maneras. La lengua puede tener grandes efectos, como lo vimos con el tiempo y el espacio, donde las personas pueden ordenar el tiempo y el espacio en estructuras coordinadas completamente diferentes. La lengua también puede tener efectos muy profundos como lo vimos en el caso de los números. Tener palabras para contar en tu idioma y tener palabras para definir los números te da acceso a un mundo entero de matemáticas. Si no puedes contar, no puedes usar álgebra no puedes utilizar nada de lo que se necesita para construir un espacio como este o para hacer esta transmisión, ¿verdad? El usar palabras para referirnos a los números nos provee de un escalón para poder acercarnos a un ámbito cognitivo.

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La lengua también puede tener efectos tempranos, como vimos en el caso de los colores. Son decisiones perceptuales muy básicas y simples. Tomamos cientos de estas decisiones todo el tiempo, y aún así la lengua se mete en medio y alborota estas pequeñas decisiones perceptuales que tomamos. La lengua puede tener efectos muy amplios. El caso del género gramatical puede ser algo tonto, pero, al mismo tiempo, es algo que se aplica a todos los sustantivos. Esto significa que la lengua puede moldear cómo piensas sobre cualquier cosa que pueda ser nombrada con un sustantivo. Y eso incluye un montón de cosas.

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Por último, les di un ejemplo de cómo la lengua puede moldear cosas que tienen una carga personal en nosotros,como la culpabilidad y el castigo, o la memoria de un testigo ocular. Son cosas importantes en nuestra vida diaria.

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Lo bueno de la diversidad lingüística es que nos revela lo ingeniosa y flexible que puede ser la mente humana. La mente humana ha creado no uno, sino 7000 universos cognitivos. Existen 7000 idiomas hablados en todo el mundo.Y podemos crear muchos más, la lengua es algo vivo, que podemos ir puliendo y cambiando para adaptarla a nuestras necesidades. Lo malo es que estamos perdiendo mucha de esa diversidad lingüística todo el tiempo.Perdemos cerca de un idioma a la semana, y según algunos cálculos, la mitad de todos los idiomas desaparecerá en los próximos cien años. Y la peor parte es que ahora mismo, casi todo lo que conocemos de la mente humana y del cerebro está basado en estudios realizados por estudiantes hablantes de inglés en las universidades. Eso excluye a casi todo el resto de los humanos, ¿verdad? Así, lo que se sabe de la mente humana es muy poco y no es imparcial,y nuestra ciencia tiene que hacerlo mejor.

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Quiero dejarles con una última reflexión. Les hablé sobre cómo piensan de diferente forma los hablantes de otras lenguas, pero no se trata de cómo piensan las personas de otras partes. Se trata de cómo pensamos nosotros. Se trata de cómo nuestra lengua moldea nuestra forma de pensar. Y eso nos da la oportunidad de preguntar: «¿Por qué pienso como pienso?». «¿Cómo podría pensar diferente?». Y también: «¿Qué pensamientos quiero crear?».

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Muchas gracias.

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(Aplausos)

Fuente: https://www.ted.com/talks/lera_boroditsky_how_language_shapes_the_way_we_think